dilluns, de setembre 18, 2006
sunset in the roof
Érase un día perezoso, dos tzafdinas en pijama, una casa desordenada (papeles de danza, horarios, platos sin lavar, camas deshechas, ropa fuera de lugar...) y podríamos decir, una "extraña serenidad". El apuesto flautista llama desde downstairs como en cierta escena Veronesca. Es él, el mismo de ayer; el de la flauta, y quiere subir. Sin poder cambiar nuestro impresentable estado, lo invitamos a que suba. ¡Qué agradable visita!... Pero aún falta la sorpresa del día. El caballero veronesco se transforma en oriental y nos invita esta vez a su casa. Nos acicalamos intuyendo que algo hermoso nos espera. Caminamos unos portales más allá. El caballero nos muestra su aposento...y... Aladino sube por la escalera de la fachada aventurándonos a seguirlo hasta el tejado. Lo seguimos.
Y ahí estaba: el atardecer acechaba todo Williamsburg, y más allá, a los edificios de Manhattan.
Una vez más,
un momento más en Nueva York queda guardado en nuestras mentes
los colores del cielo sobre la ciudad
los colores pintados por el flautista
las bromas acerca de Hamelín
Aladino, su lámpara,
y las dos tzafdinas
in the roof.
Y ahí estaba: el atardecer acechaba todo Williamsburg, y más allá, a los edificios de Manhattan.
Una vez más,
un momento más en Nueva York queda guardado en nuestras mentes
los colores del cielo sobre la ciudad
los colores pintados por el flautista
las bromas acerca de Hamelín
Aladino, su lámpara,
y las dos tzafdinas
in the roof.
dedicado al flautista, por la tarde de hoy