39 AV-Beebe AV
Los únicos ojos que se pararon a mirarlo fueron los de una niña dulce, morocha que hacía tan sólo cinco minutos lloraba desconsoladamente.
Nunca la vió. Ni la vió llorar. No se dieron el gusto de sonreirse con la mirada.
El seguía apretándose la mano con fuerza... navegaba en su propio mundo y ni él ni el metro avanzaban.
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